martes, 26 de mayo de 2020

Educación inclusiva y recursos económicos

Educación inclusiva y recursos económicos
Por Juan Ignacio Gil.

Actualmente existe una tendencia positiva respecto al desarrollo de la educación inclusiva, situación que en términos simples significa que dentro de una misma aula de clases convivan alumnos de diferentes características, incluyendo a aquellos que poseen alguna discapacidad. Este desafío  implica considerar las particularidades y necesidades de cada alumno de forma individual y específica. Actualmente existen metodologías que han logrado esto en buena medida.  Los padres o tutores de quienes acceden a estos sistemas, tales como Waldorf y Montessori, pagan elevados precios para lograr financiar establecimientos con cursos de pocos alumnos y recursos materiales necesarios para la implementación de las estrategias necesarias.
Los recursos materiales se convierten así en un factor gravitante al momento de implementar una educación inclusiva. En ella se pretende que el docente conozca de forma individual a cada alumno, sin embargo, los cursos numerosos y las pocas horas que pasan con ellos resultan contraproducentes.
Otro requerimiento es el de las planificaciones y evaluaciones particularizadas por curso e incluso personalizadas por alumno, además de la retroalimentación permanente de dichas evaluaciones. Para ello resulta clave la mejora del trabajo fuera del aula, lo que significa tiempo para ello, tal como el que se plantea en la demanda 50x50 consistente en que el tiempo de trabajo en aula debe replicarse en igual proporción en el que se realiza fuera de ella.
Respecto al tiempo, resulta tanto o más relevante que la cantidad asignada, la calidad de ella, la que puede ser determinada por las características del espacio que los profesores tienen para ello. Hay en este punto varias preguntas ¿El profesor tiene disponible un computador con acceso a internet con óptimas condiciones? ¿Cuenta con espacio físico en el que sentarse frente a una mesa despejada para poner allí su material? ¿Durante el tiempo fuera de aula es interrumpido? Si las respuestas a estas interrogantes son negativas, entonces la asignación de tiempo pasa a ser una suerte de lucro cesante que en poco o nada beneficia a los alumnos.    
Se debe entonces dejar de romantizar los logros con escasez de recursos y, si existe real voluntad de lograr una educación inclusiva, asignar los fondos necesarios para ello. 

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